Morfología Urbana
La ciudad sostenible se sustenta sobre un uso compacto del suelo. Una densidad de población apropiada permite minimizar el uso de la tierra y optimizar los recursos naturales necesarios en diversas funciones. Además, para garantizar una comodidad y una adecuada habitabilidad del espacio público ha de conservar un equilibrio entre edificación y espacios verdes y abiertos. La presencia de espacios naturales y una biodiversidad abundante son condiciones fundamentales de una buena habitabilidad.
Es por ello que el capítulo sobre morfología urbana analiza las características físicas del territorio. Por una parte, toma en consideración la densidad poblacional, el nivel de edificación y la presencia de espacios verdes y abiertos. Por otro, valora tanto el riesgo de inundabilidad como la propia orografía del territorio.
Accesibilidad de los servicios
La accesibilidad a servicios básicos es un pilar fundamental en la calidad de vida de los habitantes. Todas las personas tienen derecho a que se les facilite una adecuada accesibilidad a servicios destinados a satisfacer necesidades básicas para el desarrollo de una vida digna. Además, desde una perspectiva urbanística disponer de espacios multifuncionales promueve el uso plural del espacio público y facilita la relación entre vecinas y vecinos, reduciendo de esta forma el gasto energético en desplazamientos.
Desde una perspectiva geográfica holística es habitual que las ciudades aglutinen los servicios de un territorio, pero la distribución de estos servicios no siempre es equilibrada en el conjunto del tejido urbano. Es por ello que, en este apartado, se mide la cobertura de varios servicios básicos considerando que la distancia máxima adecuada de los mismos se encuadra en un radio de 600 metros (300 metros en el caso de los parques infantiles y 150 metros en el caso de los contenedores para la recogida de residuos).
Movilidad sostenible
Debido a los diferentes usos funcionales de la ciudad, las ciudadanas y ciudadanos en la realización de sus actividades diarias se mueven entre los diferentes puntos de la ciudad y para llevar a cabo estos desplazamientos predomina el uso del vehículo privado. Esta tendencia ha fortalecido la presencia de carreteras y aparcamientos en el diseño del espacio público. Pero este modelo de movilidad genera un alto consumo de energía y es la principal fuente de contaminación en las ciudades.
Un modelo de movilidad sostenible ha de tener como principales sujetos a los peatones, las bicicletas y el transporte público. La proximidad entre las diferentes funcionalidades del territorio (vivienda, trabajo, ocio, servicios…) y ofrecer una alternativa eficaz al vehículo privado mediante el transporte público y la red de carril-bici son las claves para desarrollar este modelo.
En ese sentido, este apartado analiza si está garantizada una movilidad sostenible en los desplazamientos que se realizan entre diferentes zonas funcionales de la ciudad. Los indicadores miden la cobertura que tiene la red de carril-bici así como el transporte público, y penaliza la presencia del vehículo privado.
Metabolismo demográfico
Intentar definir los parámetros demográficos apropiados de una ciudad es un ejercicio estéril. Y es que las características demográficas de una sociedad occidental están muy presentes en Euskal Herria y sus capitales. El proceso de envejecimiento de la población avanza, la esperanza de vida es elevada y el número de nacimientos tiende a reducirse en la medida en que se va adecuando a los nuevos modelos de familia y estilos de vida.
Para medir el metabolismo demográfico de un barrio o ciudad, además de observar los flujos de población, es fundamental prestar atención a la segregación geográfica de distintas generaciones o de género. Para un ciclo demográfico sostenible es básico asegurar la diversidad generacional en todos los barrios, ya que ello facilita la sostenibilidad tanto de la vitalidad social como del pequeño comercio y el propio equilibrio urbanístico.
A menudo no se ha tenido en cuenta en la planificación urbanística los problemas que a largo plazo genera la segregación generacional en los barrios. Por ello, este apartado analiza la evolución de la población y su capacidad de regeneración, haciendo especial hincapié en la segregación de los diferentes grupos de edad.
Cohesión social
La cohesión social de un barrio o una ciudad es consecuencia de las interacciones sociales que tienen lugar dentro de su geografía y se refleja en el nivel de adhesión a una comunidad. Las relaciones fundamentadas en el consenso comunitario tienen como punto de partida un concepto de ciudad compartida, partiendo de la igualdad de derechos y oportunidades de todas las personas, sea cual sea su procedencia, nivel socioeconómico o nivel de formación.
En este sentido, en el ejercicio de cuantificar la cohesión social es interesante analizar el nivel de segregación geográfica de algunas cualidades de la población. La segregación según la procedencia, el nivel de formación o el sobreenvejecimiento pueden minar la cohesión social de barrios y ciudades. También se ha tenido en cuenta la presencia de viviendas sin uso permanente como elemento para identificar la presencia o el riesgo a padecer procesos de gentrificación, así como la presencia de centros de jubilados en la medida que se agudiza el envejecimiento de la población.